miércoles, 29 de julio de 2015

Un sol que es un mar

"El astro rey se acercaba a su cenit"

Hacía calor, un maldito, un asfixiante calor.

Ciertamente, era verano y todos esperábamos que la luz solar acariciara nuestros cuerpos, bruñera nuestras pieles y dorara nuestras epidermis; pero lo de aquel mes de julio estaba resultando insufrible y los tertulianos ad hoc, ignaros de todo conocimiento, salvo de charlatanería y desvergüenza, atribuían el fenómeno del calor agobiante a la acción humana, enemiga del orden natural, al cambio climático o a cualquier otro agente desconocido y ajeno, en el cual descargar nuestro mal humor.

Pero eso no aliviaba el sopor de los días y, en mis ojos, a primera hora de la mañana, se había formado ya una extraña neblina; además, un reverbero de luces y un golpe constante de sudor en las sienes limitaban mis pasos, restringían mis actividades y atoraban mis sentidos.

A medida que el día pasaba, y el astro rey se acercaba a su cénit, el sudor perlaba mi frente y enormes gotas caían por mi rostro, perdiéndose en las extremidades y en el suelo del despacho.

Al principio, bastó el pañuelo para achicar las profusas aguas que iban cayendo, pero pronto mi boca se inundó de sales, de humedades varias y de texturas que me recordaban, vagamente, al mar de las vacaciones de mi infancia.

Intenté atajar el río que se iba desbordando desde mis poros hacia el suelo, donde se iban formando charcos innúmeros y sutiles; traté, asimismo, de achicar aquella catarata de aguas, extrañamente, saladas, como podía pero, a medida que el calor golpeaba, mis brazos tuvieron que agitarse, para bracear y no ahogarse en lo que parecía ser un mar oscuro y espeso, con fuerte sabor a humano.

Lentamente, nadando con esfuerzo, no pude ya reconocer el espacio de lo que otrora fue mi oficina y saludé, sin apenas cansancio, a una bandada de gaviotas, mientras que mis compañeros peces saltaban a mi alrededor y las olas frescas me recibían en sus brazos.


ASESINATO.
Cuando el Juez preguntó al reo de asesinato por qué acabó con su víctima, a la cual no conocía, ni guardaba con ella ninguna relación; aquel respondió: “Fue el calor, señoría, fue el maldito calor”.


DOMINGO CARBAJO VASCO

domingo, 12 de julio de 2015

¿CUÁNTOS ASESORES NECESITA LIMONES?

El senador no por mucho tiempo
Pasada la euforia del 24-M gracias a los tontos útiles de las naranjo-moraditos, Limones volverá otros cuatro años a su cortijo. Y con él la realidad. La primera de ella el IBI que, ¡oh milagro de la informática!, no estaba disponible hasta que hubiéramos depositado el voto en la urna. No la funeraria pero casi. Porque como era previsible y pasándose su minoría por el arco de la portada de su hacienda, no ha hecho ni puñetero caso de bajarlo. Las casas valen menos, las familias ganan menos, los salarios caen a plomo, pero el senador autonómico y alcalde a ratos de Alcalá vuelve a subir el IBI. ¿Para qué?

Pues entre otras cosas me imagino que para pagar a los asesores que se busque su Excelencia y que chupen de nuestros impuestos. Saludaremos de nuevo en Plaza del Duque 1 a los desechos de tienta, a los que hay que recolocar de otras mamandurrias pesoeras venidas a menos y que no tienen de dónde llevarse un sueldo calentito todos los meses. Como aquí nos sobra el dinero y el equipo de nueve concejales, nueve, no son suficientes, ahora vienen los asesores. ¿De qué sirve hacer unas oposiciones de funcionario al Ayuntamiento si luego aparecen, si es que aparecen, esos sabios municipales?

Todo esto se solucionaría con un municipio democrático y transparente donde supiéramos qué se hace con el dinero de nuestros impuestos. Pero eso no interesa. Lo mejor es vivir en la inopia y en el “fiestuki”, la “paguita” y el enchufe. La de veces que se habrá oído estos días decirle a don Antonio, “felicidades, don Antonio, ¿cómo va lo mío?”. Aunque el día menos pensado haya que hacer una derrama extra para cambiar una bombilla fundida porque no queda un euro.


PUBLICADO EN LA VOZ DE ALCALÁ EL 1 DE JULIO DE 2015