“No decía palabras,
Acercaba tan solo un cuerpo interrogante,
Porque ignoraba que el deseo es una pregunta
Cuya respuesta no existe,
Una hoja cuya rama no existe,
Un mundo cuyo cielo no existe.” (Luis Cernuda).
Dos cuerpos se traban en combate
Dispar y constante,
Entrelazan sus manos, agarrotan sus dedos, sus espaldas golpean,
Entrechocan los pechos y los labios se muerden con una sed insaciable.
Miradlos, ellos, dos que fueron extraños, alejados, distantes
Y, ahora, son todo en uno, los perfectos
Amantes.
Otro tiempo,
Dudaron o estuvieron
Perdidos en planetas errantes,
Desconocidos para ellos en vida, sin vasos comunicantes;
Se decían palabras sin voces, no escuchaban los ecos, no tentaban las pieles, no auscultaban sus sangres;
Pero ahora, están juntos y los cuerpos esbeltos, nos revelan la luz de dicha radiante;
Gloria eterna a la vida, pasión perfecta, presa en un nudo de las jóvenes carnes.
Se han rendido a las horas, vencidos, tras el sexo y el clímax, ya saciada su hambre/
De tener al amado y ser solo el otro, sin distingos, ni dudas, ni extraños percances.
Para ellos, el tiempo es infinito, sucesión trastocada de múltiples instantes.
Luna oscura que cubres esos cuerpos ahítos que yacen
Unidos sin historias ni ritmos, ni quejidos inútiles, solo observes placeres
Sin cuento, alegrías sin límites, risas sin sonidos, palabras ya dichas y para ellos, nada más, que abrazarse.
¿Qué os importa el futuro, tan incierto y distante?
¿Qué os turba en vuestro sueño, fugaces caminantes?
¿Qué os preocupa si el alba se aproxima ya rauda y, pronto, la luz fulgurante
Os descubrirá que todo se acaba y las horas pasadas no pueden recuperarse?
Por eso, os lo suplico, ¡dejadles¡
Porque el placer es un muchacho frágil y la vida un sordo dolor irritante.
DOMINGO CARBAJO
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Pluma de pavo real |