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| Catedral de Estrasburgo |
No le escuches.
Oírle pretende
Pero no confíes.
El poeta promete
Que te ama y que lo hará eternamente.
Y es mentira, como siempre,
Como todas las cosas bellas
En la vida son, efímeras y crueles.
En realidad, el bardo solo a sí mismo
Se desea y cree,
En perpetuo solipsismo
O, mejor dicho,
Solo estima sus versos,
Testimonios irrepetibles
De su vida, plenos de ardor y fieles,
Porque las palabras, sus ecos,
Le sobrevivirán a su muerte.
Lo malo de esta historia triste
Es que tú, antes de contarla,
Ya su final sabes
Y, sin embargo, no te importa
Porque tú tampoco a él le quieres.

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