Fachada de un pueblo de la Sierra de Huelva que ha sabido mantener su identidad |
Alcalá, después del desarrollismo socialista, ese que nos ha inmerso en una deuda pública que no podrán pagar ni nuestros nietos, ha dejado de ser un pueblo bonito. Sus mejores casas cayeron porque no estaban protegidas, ni de la especulación inmobiliaria, ni del mal gusto imperante en el Ayuntamiento. Alcalá, como pueblo, si excluimos el castillo y sus molinos, ha dejado hace mucho tiempo de ser turísticamente atractiva. ¿Está todo perdido? No, aún quedan bastantes fachadas, tanto de casas populares y humildes como de grandes inmuebles que podrían salvaguardarse. ¿Cómo? Nadie desea que le coarten su libertad protegiéndole total o parcialmente su vivienda. Le impiden luego venderla a buen precio. Pero sí se podría llegar a una especie de transacción de mutuo acuerdo. Por ejemplo, un ibi reducido a cambio de pedir una protección voluntaria no vinculante. En cuanto se alterara la fachada protegida se perdería la bonificación. De esta manera conservaríamos lo que queda aún del centro histórico, casas interesantes que no han sucumbido a la piqueta y barriadas populares a las faldas del Castillo. Todos ganaríamos. Los alcalareños porque conservarían algo de su idiosincrasia ya casi olvidada. Y los propietarios porque se les reconocería con esta rebaja el esfuerzo por mantener un entorno con identidad no impostada.
LA VOZ DE ALCALÁ 15 DE SEPTIEMBRE DE 2015
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