Madrid, una tarde de invierno,
La lluvia, inmisericordemente,
Golpea
En los escaparates de las tiendas.
El rostro de un viajero
Entrevisto,
Que, perdido en la calle, otea
El fragor incansable de las luces, los coches, las gentes,
Ecos de sonidos,
Deambular sintiente
Y sin rumbo conocido.
En un hotel, dos piernas,
Escorzo de mujer,
Esbozado apenas,
Cuerpo
Hermoso que, joven, deseas;
Tú, con músculos tensos,
Inevitablemente,
A la espera
¿Por qué ¿ A quién? ¿Qué sucede,
Si no llega?
En tu sueño,
La loca imaginación enhebra
Una historia ancestral de un amor inevitable y eterno.
Un amor para siempre,
Donde ella lo es todo y la pasión nunca muere.
O, quizás, olfateas
Una noche de sexo
Como nunca tuviste,
Poderosas las fuerzas, te recogen sus brazos
Te acurrucan tus senos,
Te acaricia su piel y no se agota el deseo.
Pero,
Pronto, esa imagen nos devuelve a los hechos,
A la soledad de los hombres modernos;
A ti mismo, a tus dudas, a tus frágiles pasos
Y, pronto, descubres, cuando cambias de acera,
Que eres más viejo
Y también estás más cansado.
Dado
De un azar arrojado a los vientos,
En este día gris, de niebla
Espesa
Y en un Madrid lejano
Que solo sabe a escarcha.
DOMINGO CARBAJO VASCO
Madrid, 7 de enero de 2023.
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