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Si la oposición logra llegar a un pacto, si es capaz de darle la vuelta a esta situación anacrónica que nos lleva a la ruina económica, no será un camino fácil de vino y rosas. En primer lugar, la sacrosanta y poderosa Junta de Susana Díaz hará todo lo posible para vengarse por haber perdido una de las plazas fuertes de la provincia. La Diputación, en manos también socialistas, no se quedará a la zaga y el micro-partido (los mejores socialistas dejaron hace tiempo de molestarse por él) refunfuñarán como gato panza arriba. Se nos exigirá pagar lo que se debe de forma inmediata -cosa que se relegaba hasta la fecha-, no habrá ningún apoyo financiero y cualquier proyecto que beneficie lo más mínimo a Alcalá será postergado ad infinítum.
Y todo eso en un escenario de reconversión y adelgazamiento municipal, donde habrá que plantear bajas incentivadas con las que adelgazar la estructura sobredimensionada que nos atenaza. ¿Merece la pena el esfuerzo político para hacerse cargo de un cadáver a punto de ser enterrado por la dinámica lógica del tiempo? Sin duda. Sería el mejor síntoma de que la voluntad de los nuevos regidores no era aprovechar una época de vacas gordas, sino que estaba lo suficientemente fundamentada para hacer de Alcalá una ciudad de futuro, donde todos, insisto todos, nos sintamos a gusto. Incluso los que nos han ninguneado por sistema durante tres décadas.
PUBLICADO EN LA VOZ DE ALCALÁ EL 15 DE OCTUBRE DE 2013
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