jueves, 17 de noviembre de 2011

"Sin moral pública es difícil pedir moral privada"



Fotomontaje de Bartolo, el perro que predice como el pulpo por
donde se decantará el pueblo soberano


Probablemente habrá sido la campaña más insulsa de la historia de la democracia en España. Con cinco millones de parados, una economía en recesión, los mercados aporreando nuestras puertas y Alemania dictando lo que tenemos y lo que no que hacer ¿qué podíamos esperar? El 20-N no es solamente una cita con las urnas. Es tomar consciencia que el mando de la nave no se puede dejar a un cualquiera, por muy guay, progresista y feliz que parezca. De esta crisis, qué duda cabe, saldremos reforzados. Al menos la mayoría habrá aprendido la lección de que el dinero no es infinito y tiene un dueño. El gasto público posee un límite y para los que pagamos impuestos llega un momento en que toca techo. Como dijo José Manuel Cansino en la presentación de su libro en Sevilla "La economía fingida": Sin moral pública es difícil pedir al contribuyente moral privada.


Un indignado con ideas propias

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