El estandarte llevaba 63 años saliendo todos los Viernes Santo sin que nadie protestara. Fue bordado por las madres adoratrices |
Como podrán imaginar, no se habla de otra cosa por las
tabernas, las colas del Inem y los corrillos de enfermos que pueblan los
dispensarios de la
Seguridad Social antes de que nos cobren el euro de rigor
catalano-madrileño. Vamos, para entendernos, fundamental que borren el nombre
de José Antonio de la catedral de Almería o que prohíban actos de divulgación
del pensamiento nada literario de Agustín de Foxá, como ocurrió en Sevilla.
El último y más simpático hallazgo del comité de
desnazificación y buenas costumbres sociales que pagamos de nuestro bolsillo
gracias a los donativos de Zapatero y prorrogamos con IU en la Junta de
Andalucía, es que la
División Azul procesiona en Ciudad Real. El hecho que llevaba
desapercibido durante los últimos 63 años ha salido a la palestra porque el
obispo ha accedido a la petición de estos defensores de la moral buenista y
prohíbe que un estandarte de la Hermandad de Nuestra Señora de Las Angustias
vuelva a salir a la calle más Viernes Santos. Bordado por las madres
adoratrices en 1949 no ha levantado ninguna polémica hasta que los del Foro de la Memoria Histórica
de Castilla La Mancha exigieron que se quitaran las subvenciones a las
Hermandades si no se retiraba. Conseguido el objetivo IU cree que “para las
personas respetuosas de los derechos humanos y el antifascismo, se trata de una
agradable noticia”, “ya que lucía nada más y menos que una cruz de hierro
nazi”. La payasada no iría a más si no fuera porque la cruz de hierro es
bastante anterior a los nazis. De hecho, es un invento del siglo 19 y ya se
entregaba en la I Guerra Mundial.
El Ejército alemán sigue utilizándola en sus aparatos de guerra. Por cierto,
que sea de hierro, se hizo con la idea de “democratizar” su uso, dando más valor
al contenido que al continente. ¿Que era un anacronismo hoy en día desfilar con
un estandarte de la División
Azul en Semana Santa? El mismo que lucir una hoz y un
martillo y proclamarse a los cuatro vientos demócrata, o defender a capa y
espada las trasnochadas dictaduras comunistas que aún sobreviven. Pero da
igual, otro triunfito más a la buchaca de lo políticamente correcto.
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