domingo, 17 de agosto de 2014

La indiferencia de Ramiro Ledesma ante la quema de iglesias

Portada de Barral Editores,
Barcelona 1976
Leo con agrado este verano las memorias de Pedro Lain Entralgo, Urrea de Gaén (Teruel 1908), en este descatalogado libro Descargo de Conciencia de 513 páginas de Barral.

La primera parte es un homenaje a todos los profesores que tuvieron que ver en su formación académica, primero en la carrera de Químicas y más tarde en la de Medicina. Premios y castigos repartidos con jugosa literatura en frases algunas veces demasiado largas y compuestas.

Ya en Madrid nos relata como fueron sus días del advenimiento y posterior proclamación de la II República en esta mezcla de memorias y autobiografía. Él mismo, que se declara no monárquico, detalla el primer problema serio que tuvo el nuevo régimen recién estrenado: la quema de iglesias.

Fue el 11 de mayo y Pedro Lain Entralgo asiste atónito al incendio de los conventos, entre ellos el de los jesuitas de la calle de la Flor en la capital. Lo que más le sorprende es como ante la barbarie de unos pocos la gran mayoría de católicos permanecen en silencio. "Sentí, como luego Ortega, Marañón y Pérez de Ayala, que todo aquello era "un hecho repugnante", la expresión de un fetichismo primitivo o criminal", y -ahora, según Unamuno- una acción "injusta y miserable", señala nuestro insigne psiquiatra y escritor.
Mi sorpresa y asombro viene en la siguiente página. Lean y juzguen ustedes mismos la actitud de quien fue pasado por las armas por los mismos que metían fuego a todo lo que oliera a catolicismo.

Algo más vi y oí esa mañana. Como curioso de la vida en torno, yo sabía que en una de las casas de la Gran Vía próximas a nuestro observatorio callejero tenía sus oficinitas La Conquista del Estado; y aun cuando nunca había entrado en ellas, me decidí a subir, para pulsar por mí mismo el estado de ánimo de las personas que allí hubiera. Con los brazos cruzados sobre el pecho, mussolinianos el gesto del rostro y la actitud del cuerpo, el propio Ramiro Ledesma Ramos se hallaba ante un ventanal, contemplando el contorno del incendio. "Qué les parece a ustedes todo esto?", pregunté. "A nosotros, ni nos va, ni nos viene. Que se defiendan ellos", respondió olímpico este *segundo Ramiro. Era sincero y, como antes he dicho, no le faltaba la razón. Yo volví a la calle y me reuní con mis expectantes y consternados compañeros.

*El primer Ramiro del que ha hablado previamente es Ramiro de Maeztu, del que por cierto, sale poco bien parado.

Ledesma fue expulsado de Falange 


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