jueves, 20 de marzo de 2025

Dos en uno


Corazón. Jaume Plensa

 Dos cuerpos

Combaten el uno contra el otro

Eternamente;

Corazones unidos, resuellos

Sin límites, sexos

Compartidos,

Luchas desniveles,

Sudorosas pieles,

Goces tan intensos

Que repiten su ritmo, una y mil veces.


Dos cuerpos que ansían no serlo.

Que quieren

Lograr lo inaudito,

Lo inesperado, lo eterno.


Unirse en el otro, juntarse la sangre, la vida, el dolor, lo humano incierto.

Unidad en las formas, búsqueda del centro

Porque lo uno es perfecto

Cuando se descubre al otro, cuando vagas errado

Bajo el manto

De la noche negra,

Sin rumbo ni estrellas.


Y los brazos que se aprietan,

Y el sudor que exprime el esfuerzo,

Dos al unísono,

La búsqueda sin fin del deseo

Sin fondo


Ni tampoco principio.


Desear ser uno solo

Mar y tierra adentro.

Ansiar que el futuro no exista, que nunca venga en tu sueño,

Balbucear lo inconexo,

Lo innombrable, lo desconocido,

Lo que he perdido

Y ya no encuentro.


Dejar de ser uno mismo

Hendirse en la carne, frotarse los huesos,

Destrozarse los músculos, azotarse las ingles, unirse los sexos

Con animales gritos

Y furias de antaño sin ritmos ni acentos.


Mundo feliz, ser tú como ella y ella, como tú eras

O fuiste: infinito, inconcreto,

Indomable y perfecto;

Saber que fuiste

De otro, que acariciaste labios plenos

De saliva y esencia,

Ojos con destellos

De rabia, de fuera

Hacia adentro.


Ser agua de vida,

Caricias de senos

Que, ahora, sin cansancio, fluyen sin saberlo,

Ingerir sus sustancias

Que, de amor, están plenas

De una fuente que mana y nunca se seca.


¡Oh, éxtasis divino¡

¡Oh perfección de los goces

Que nos fueron dados

Sin merecerlos¡


Y, después, ya sin tiempo,

Acabados los roces frágiles, duros, sangrientos,

Vencidos en una batalla de golpes intensos;

Entonces, retornar el sendero,

Desandar los caminos

Que, juntos, emprendimos,

quizás, sin pretenderlo,

Sin derrota ni rumbo conocidos,

El retorno salvaje de lo eterno.


Que no acabe esto.

Que no existan ni el mañana ni el hoy, que desaparezca

Y se borren los tiempos,

Que no dispongas de bordes o de términos,

Que nadie nos separe para siempre

Ni diga basta o límites de verbos.


Pero

Todo termina y nada es perfecto,

Todo es fin, fragilidad, oscuridad, ocaso, contradicción y estrépito,

Cuando vuelves

A ser lo que fuiste,

lo que antaño eras y no reconociste:

Solitario

Individuo,

Rostro


Desconocido

Para el otro,

símbolo

De la nada, fracaso, interrogación, silencio.


En ese preciso momento

Te golpeará el cansancio,

El olvido atroz, el desamor inerte, el peso

De ser hombre; tú, fatigado, inerte, muerto.


Entonces, agotado

Y vencido por el tiempo,

Sabrás qué ya solo te queda

El recuerdo

Del pasado goce y restallará como un eco

constatar, nuevamente, que tu destino

Era éste: ser uno, solitario, triste e imperfecto.


DOMINGO CARBAJO VASCO

No hay comentarios: