lunes, 16 de febrero de 2015

LOS EMBOZADOS Y FRANKENSTEIN

No, sí, lo que haga falta
Hay un motivo, uno solo, que explica cuanto está pasando en los países del sur de Europa, especialmente el nuestro con lo que podríamos llamar "el misterio Podemos". Para ceñirnos a la experiencia española, podemos decir que fue terminar la dictadura —o quizás antes— y entregarse la nueva clase política "democrática" a la sistemática y tenaz tarea de cultivar la frustración en el electorado. ¿Recuerdan los 800.000 puestos de trabajo? Su autor intelectual acaba de jubilarse como parlamentario, en medio de un aura de santidad laica del que ha participado fervientemente la derecha. ¿Qué decir del "OTAN, de entrada no"? O del "se pudrirán en la cárcel", por parte del mismo que acaba de rechazar el simulacro de cadena perpetua pactado por su partido. Esto, por referirme sólo a algunas graves cuestiones que se me vienen a la cabeza.

La historia de la democracia en España es la de un gran engaño. Casi nada de lo sustancial prometido ha sido cumplido. La sensación sembrada en la sociedad es la de que se le ha tomado el pelo una y otra vez. ¿Es extraño que surja un tumor en el margen de la pantalla? Naturalmente, el margen es siembre el siniestro, faltaría más. Cuarenta años de Podemos escorado hacia la derecha tienen que producir otros tantos de inclinación arbitraria hacia el lado contrario. La "casta", que por supuesto existe, ha ido agotando todos los márgenes de confianza que la ciudadanía española ha ido depositando en ella con paciencia digna del santo Job. Lo último, el cartucho quemado que ha dado a Podemos la mano de la hija casadera en las tres bodas electorales próximas, ha sido la abdicación del principio sagrado de la vida o lo que es lo mismo, la reconducción legislativa para que el aborto deje de ser un derecho. La burla de los impuestos aún pudo encontrar alguna disculpa (los trucajes contables del Gobierno anterior, etcétera) pero en punto al aborto sólo cabe responder con las palabras de Gallardón: "¡Qué asco!" Son los que podríamos denominar "embozados", porque siempre nos han ocultado su verdadero rostro.

El viaje del Partido Popular a ninguna parte —ese centro que siempre se escapa hacia la izquierda hasta llegar a manos de los extraparlamentarios— ha creado el apagón final de la gran comedia. Ni la gente encuentra trabajo ni cree ya una sola palabra de cuanto le digan ni el PP ni el PSOE. De modo que Podemos se revela en realidad como un efecto científicamente inevitable de este diabólico juego de física mecánica que aburriría al mismo Descartes.

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A carta cabal, el blog de ÁNGEL PÉREZ GUERRA

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