miércoles, 25 de julio de 2012

RECORTES DE CHISTE



Sin una clase media estable nadie podrá garantizar la seguridad de una sociedad avanzada

No es difícil imaginar el peor de los escenarios posibles. En los Presupuestos del año que viene uno de cada tres euros estará destinado a pagar los intereses de la mastodóntica deuda que arrastramos como una bola de nieve que crece y crece a medida que nos despeñamos por el precipicio de la credibilidad internacional. La intervención ya no es un señuelo para apagar protestas, ni una triquiñuela con la que adormecer al ciudadano cabreado que ha votado una opción para no tener que pagar más impuestos y se encuentra justamente la contraria. Es una posibilidad que cobra fuerza porque cada día que pasa es un peldaño que subimos para que aparezcan los temidos hombres de negro y empiecen a impartir doctrina a diestro y siniestro, sin alma ni misericordia alguna. Un decrecimiento generalizado de la economía aún más profundo se instalaría en España. Los recortes actuales de Rajoy nos parecerán entonces de chiste. Lo más seguro es que en ese oscuro panorama nos obligaran a sajar desde las pensiones actuales, pasando por el cobro del desempleo hasta acabar malvendiendo las pocas joyas que aún son rentables: dos o tres aeropuertos, el mismo número de puertos, Apuestas del Estado, algunas líneas del AVE y poco más.

Entonces, veríamos la verdadera dimensión de la catástrofe a la que nos ha conducido una clase política que no estaba mínimamente preparada para esto. Que ha sido incapaz de embridar la crisis cuando era domesticable y en vez de ponerle freno la alimentaba con más gasto inútil, léase planes B para levantar aceras en los ayuntamientos o cheques bebés lineales de 2.500 euros, lo mismo da que hubiera nacido el crío en un pesebre de paja que en la mejor cuna de la provincia. El valle de lágrimas será inmenso y habrá dudas más que razonables para que se mantenga la  paz social. Las tres patas que la sujetaban, la economía sumergida, la familia como último colchón y el compadreo de empresarios y sindicatos subvencionados, se vendrán abajo. Y sin una clase media estable nadie podrá garantizar la seguridad y continuidad de una sociedad avanzada.

Es por eso que ante situaciones excepcionales no valen soluciones intermedias. Los mercados no pueden perdonar que de cada diez medidas que se tomen una sea para adelgazar una administración sobredimensionada y las nueve restantes recaigan sobre el contribuyente. Los especuladores castigan con la misma fuerza tanto las algaradas callejeras como la tibieza de un Estado que es incapaz de reconocer sus errores y teme ser drástico a la hora de reconvertirse. No podemos seguir alimentando más cuatro administraciones al servicio de una clase política y no del ciudadano. O se opera con mano de hierro esta anomalía o el paciente, en este caso nuestra joven democracia española, habrá retrocedido en lo económico al menos una década y en lo político medio siglo.


Tren de alta velocidad española

 
 
PUBLICADO EN ABC DE SEVILLA EL 24 DE JULIO DE 2012



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