domingo, 7 de agosto de 2011

La importancia del envase


Compraste el envase en un viaje
a Portugal



. Tienes diarrea. Aparte de la mental, tu cuerpo no solidifica bien otro tipo de excrementos. Es normal. Por la educación que recibiste estos tipos de gastroenteritis -ahora sí que hablamos de la producida en tu cerebro-, son normales. Los pensamientos vacuos mal digeridos y peor asimilados producen estas disfunciones. No te lo tomes a guasa. Las bibliotecas populares, los programas de educación socialistas y San Google, es lo que tienen, que si por separado ya son dañinos, todos juntos pueden llegar a ser muy peligrosos.
Fíjate si es para tomártelo en serio que acabas de abrir una botella de agua mineral para combatir este desarreglo. Ahora me estoy refiriendo al estomacal. El problema es que ese producto lleva contigo tres meses en casa. Compraste el envase en un viaje a Portugal porque no te fiabas de la calidad de sus aguas. A saber el tiempo que llevaba en la tienda. Sin contar el que pasó en algunos de los almacenes de la media docena de intermediarios recorridos. Pero te fías más de ese líquido que del agua corriente de tu municipio, que pasa su análisis todas las semanas, sabe bien y no está excesivamente clorada.
Ves como también tienes diarrea mental. Ellos lo que quieren es cobrarte de más por todo. Incluso por lo que es o debería ser de bajo precio. El aire que respiras, el agua que nos cae del cielo o mana de la tierra, la naturaleza al alcance de la mano o el amor que le profesas a alguien. El envase no es lo importante. Es cáscara, apariencia, etiqueta superflua. Fíjate lo parcos y escasos que son en anunciar las fechas de envasado y caducidad. Sé valiente. Cúrate tu diarrea, la de tu cabeza y la del estómago, bebiendo de las fuentes. Las naturales, no las impostadas. También los conquistadores vencieron la venganza de Montezuma

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