miércoles, 12 de marzo de 2014

El rincón de Bernardo, arte en miniatura

Toni, cocinero e hijo de cocinero

Allí donde comer es casi una religión, en esa maravillosa Euskalerría, donde el paisaje se confunde con el paisanaje, tienen un dicho y es que si en un sitio las tapas son buenas, el plato está asegurado que sea lo mismo. Al igual que las casas se hacen por los cimientos la pequeña cocina en miniatura garantiza la gran cocina. El rincón de Bernardo en Alcalá de Guadaíra, Sevilla, es uno de aquellos lugares donde te gustaría tener más de un estomago para degustar todas las alternativas que se te ofrecen. Respeto por la materia prima, lo mismo da que sean verduras, carnes o pescado; reverencia por la cocina tradicional, que no anticuada, por su pizca de innovación; y ganas de agradar al cliente son los tres patas de este restaurante que ha sabido mantenerse, pese a vientos y mareas, en su singladura diaria desde que se abrió.


Ensaladilla de puchero


Comer de tapas en este restaurante familiar es una experiencia al alcance de cualquiera y difícil de olvidar. Abrimos el festival con esa plato nacional tan fácil de hacer y tan poco logrado en la mayoría de los sitios: la ensaladilla rusa. Aquí la llaman de puchero (2,50 euros), por estar hervida las patatas en el mismo caldo. Lleva patas de cangrejo y se sirve coronada por huevas de lumpo rojas. Magnífica. Bien equilibrada su mayonesa, ligera, fresca y en ese grado de cochura perfecta de elementos, donde no hay uno más duro que otro.

Tosta de bacalao


De sardina en arenque con pesto de piñones


Nos recomiendan las tostas y degustamos dos. Una primera de sardina en arenque con mozarella y pesto de albahaca y piñones (3€) y la siguiente de bacalao, mismo precio, pero el pescado en dos texturas, en mousse y confitado. Las dos muy logradas y mejor presentadas.

Alcauciles con bacalao


Muy de estas fechas, ya oliendo los azahares de la Semana Santa, un pucherito de alcauciles, alcachofas para nuestros hermanos de Despeñaperros para arriba, con patata y bacalao (plato estrella ahora cuyo consumo se dispara). A tres euros y medio, todo un alarde de presentación y finura. Por no salirnos de los cánones, lo siguiente fue el potaje de vigilia (2,75), que vino en su correspondiente lata de conserva, que por ahora, si no se abusa de ella, está graciosa y elegante. Tiernos y muy dignos.

Potaje de vigilia presentado en lata de conserva

Ventresca de atún en adobo templado


Por último, y como colofón de la abstinencia de Cuaresma, una ventresca de atún en escabeche templado (3€). Para derretirse en la boca y fundir en el paladar la agradable sensación de equilibrio de un escabeche nada agresivo, muy suave y mejor marinado. A mi gusto una de las tapas que por si sola ya merece la pena volver. Los postres muy tradicionales, tomamos leche frita y tocinillos de cielo, son la guinda de esta cocina que parece haberse asentado en todo su esplendor.
La relación calidad precio, difícil de igualar en muchos kilómetros a la redonda. Muy recomendable. Otro día hablaremos de los manteles, que seguro que nos asombran.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Usted me manda a los albañiles...

Euleón.

romualdo maestre dijo...

...yo no sé hacer ni la mezcla maestro