Todo el año es un simple cactus feucho de espinas increíblemente peligrosas. Mal hecho. Como si la naturaleza no hubiera reparado demasiado en su fisonomía. Pero, por estas fechas, al inicio del verano, una bellísima flor que sólo se abre de noche, lo transforma. Merece la pena valorar el esfuerzo de las cosas que hay que mantener, aunque sus frutos solamente duren un día. O incluso un instante.
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